Ser mamá o papá es una de las aventuras más hermosas, pero también una de las más desafiantes. A veces, la vida con niños pequeños puede llevar nuestra paciencia al límite. ¡Calma! Practicar la paciencia es una habilidad que todos podemos desarrollar y que podemos poner a prueba para sentirnos mejor.
Te proponemos 7 maneras de practicar la paciencia todos los días:
Respira profundo: Cuando sientas que la paciencia se te agota, toma unas respiraciones profundas y lentas. A veces contar hasta diez también puede ayudar a calmarte. Recuerda que intentar resolver algo cuando hemos perdido la paciencia es una batalla perdida. Darte un espacio para calmarte hará una enorme diferencia.
Haz una pausa por lo menos un momento al día: Dedica unos minutos al día sólo para ti. Puedes hacer una breve caminata, tomar una ducha relajante o simplemente leer un par de páginas de un libro que te gusté. Recargar tus baterías te ayudará a ser más paciente.
Celebra los pequeños logros: En lugar de enfocarte en lo que no está saliendo bien, date la oportunidad de celebrar los pequeños logros de tus hijos. Un dibujo, una palabra nueva o una tarea bien hecha son motivo de alegría que nos ayudan a cambiar la perspectiva.
Conéctate con tu hijo o hija: Dedica tiempo de calidad a jugar, contarles un cuento o simplemente platicar con ellos. Esto fortalecerá su vínculo y te ayudará a ser más paciente.
Aprende a decir "no": No te sientas en la obligación de decir que sí a todo. Aprender a decir "no" te ayudará a establecer límites saludables y a reducir el estrés.
Sé flexible: Es inevitable, los planes cambian, los niños se enferman, o simplemente las cosas no salen como esperábamos. Aprende a ser flexible y a adaptarte a los cambios. Esto es muy importante.
Cuida de ti: Una mamá o papá feliz es una mamá o papá paciente. Asegúrate de cuidar de tu salud física y mental. Duerme lo suficiente, come bien y haz ejercicio regularmente.
Recuerda, practicar cómo mejorar la paciencia es un viaje, no un destino. No te desanimes si sufres “recaídas”. Lo importante es seguir intentándolo. Recuerda, tus hijos aprenden más de lo que haces que de lo que dices. Al ser paciente, estás enseñándoles una muy valiosa lección de vida.
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